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A tierras argentinas llegaría el 2 de marzo de 1940 y en ellas encontró el abrigo necesario para su obra, aunque también estuvo en Roma y en Punta del Este. El regreso definitivo a su tierra lo logró en plena Transición,  en el año 1977.
Menos suerte tuvo el escritor Emilio Prados que nunca volvió definitivamente a España pues murió en México, país que le dio cobijo.
Siempre mostró de manera abierta su compromiso con la izquierda y fue incluso así cuando estalló la Guerra Civil, pues pasó a engrosar las listas de la “Alianza de Intelectuales Antifascistas” y a organizar un homenaje a Lorca. Pero la situación cada vez era más peligrosa para su integridad por lo que finalmente, siguiendo la estela de otros compañeros, se dirige hacia París desde donde se encamina a tierras mexicanas.
El abandono de su tierra, de su patria, fue un dolor que llevó siempre consigo y así lo demuestran sus últimas obras, las comprendidas en el periodo de 1939 a 1962. En ellas, la soledad y el desarraigo son los protagonistas. Mínima muerte o Memoria del olvido son fiel ejemplo de ello.
Argentina fue el destino que eligió, por su parte, el padre de las conocidas greguerías: Ramón Gómez de la Serna. Un autor que sufrió enormemente el tener que dejar atrás su país, su círculo literario y el conjunto de libros que durante más de cuarenta años había reunido para crear una magnífica biblioteca.

Exilio o adaptación

Salvador de Madariaga, Luis Cernuda o Juan Ramón Jiménez, que estaba fuera de España cuando estalló la guerra y decidió no volver, fueron otras de las mejores plumas que se vieron en la necesidad de separarse de sus raíces para proteger su integridad física pero también su libertad literaria.
Otros compañeros, sin embargo, prefirieron quedarse en el país, no enfrentarse al régimen instaurado y en algunos casos concretos incluso llegar a congraciarse con él. Azorín, Gerardo Diego o Jacinto Benavente fueron algunos de los que optaron por, en mayor o menor medida, aceptar la situación en la que se encontraba su patria y llevarla de la mejor manera posible.
Estos últimos no sufrieron en su piel la desgarradora separación de su tierra, de sus gentes, de sus familias y amigos, de su inspiración, de su alma. El exilio fue una cruda realidad que padeció un numeroso grupo de artistas, marcados desde entonces por el mismo.


Fuente: MARÍA MERINO, http://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/escritores-espanoles-exiliados