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martes, 29 de enero de 2013

Plaza Santa Teresa de Jesús






Plaza Santa Teresa de Jesús                    Grupo: David Montilla y David Fernández

 
  
 
 
Vivo sin vivir en mí   


  Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

  Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;           
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.           

  Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión             
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

  ¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros          
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.           

  ¡Ay, qué vida tan amarga           
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,             
que muero porque no muero.

  Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.             
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

  Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;            
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.           

  Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;          
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

  Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti            
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

viernes, 25 de enero de 2013

Recorrido de un poeta por Sevilla


Si yo fuera poeta y visitara Sevilla caminaría por las calles de poetas como Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera y Jorge de Montemayor.


Empezaría por la Calle Ingeniero la Cierva, cerca de esta calle se encuentra la calle Fray Luis de León, del cual recuerdo un poema:

Al salir de la cárcel
Aquí la envidia y la mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
el sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con solo dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso.

También se encuentran las de Fernando de Rojas y Luis Vives. Aquí os pongo un fragmento de la obra más conocida de este autor:

Veritas fucata
La verdad tiene a su vez una lengua más elocuente. Cuando habla, todo lo demás permanece en silencio, ya que sus palabras son las palabras de la vida eterna. Nada más eloquente, nada más fluido, nada más dulce, más melodioso, nada. Aquella lengua es la pluma del veloz escriba del que antes hablaba. Su voz es clara, gentil, sonora, sublime, dulce al oído, nada hay en ella de horrible, de rudo, de triste; enseña a todo el mundo lo que debe hacer; y mueve el mundo su sonido y los cielos y los elementos responden, y las bestias más feroces son dóciles y permanecen quietas. La han llamado los pies del tiempo, porque cuando no es requerida viene a nosotros a tiempo. En sus pies tiene inscrito un pasaje de Cicerón: “El tiempo destruye las patrañas de la opinión.” También es de hermosísima espalda, pero no puede compararse a su rostro y a su pecho. Dícese que proviene de la boca del Altísimo, nacida antes que cualquier criatura.


En el cruce de las calles Federico Mayo Garraye y Ronda del Tamarguillo hay que pasear por la avenida San Juan de la Cruz y recordar su "Cántico espiritual":


¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Y por las calles de Santa Teresa de Jesús (religiosa de la Iglesia Católica, mística y escritora española. Mi obra preferida de esta escritora es "Camino de perfección") y por la de Antonio de Nebrija.


La calle Juan de la Cueva está un poco lejos, pero merece la pena el esfuerzo para interpretar con un buen amigo su Égloga 1ª entre Alción y Caustino:

CAU.
No me digas tal cosa,
que tu alma también es amorosa.

ALC.
¿Por qué razón lo entiendes?

CAU.
Porque conosco el fuego en que t'enciendes.

ALC.
Negarte que no estoy de Amor llagado,
que no abrasa el Amor el pecho mío,
sería negarte la verdad provada:
como si te afirmasse qu'este río
es monte, i esta haya es mi ganado,
i esta luz que da el Sol es emprestada;
i assí es cosa escusada
encubrir lo que al fin d'estar cubierto
el tiempo que lo encubre
él mesmo lo descubre,
mas el procurar cierto
quiénes la que yo amo, es desconcierto,
porque fiero castigo
el Cielo me promete si lo digo.

CAU.
Sin duda es la gran Iuno tu querida,
según la encubres dentro en tu conceto,
i es justo assí guardalle sus amores,
que uno por no amalla con secreto
fue su voluntad loca conocida
i por premio sacó eternos dolores.
Pues mira los ardores
de la hermosa Venus i el dios Marte
que aun de sí los guardavan,
mas después suspiravan
aquella sutil arte
con que su amor se supo en toda parte,
porqu'el umilde suelo
prometió no encubrille nada al Cielo.

ALC.
No quiero a Venus ni es mi amor con Iuno,
ni contiendo con dioses celestiales,
Caustino, ni procuro lo impossible;
ni dezafío dioses imortales,
ni quiero dellos infamar ninguno,
ni quiero ser a Iove aborrecible;
ni tengas por terrible
tener secreta aquella a quien adoro,
porque sería más vicio
dezir que la codicio
sin guardar el decoro
de aquella que merece el alto coro,
i no a un ganadero
que cuando más alcança es ser cabrero.

CAU.
Si en aqueste lugar secreto i solo
te dixesse quién es, ¿qué me dirías
si descubriesse todo tu desseo?

Para ver la calle de Garcilaso de la vega hay que caminar un poco más que antes... del primer poeta del renacimiento español recuerdo la Epístola a Boscán:

A largo y suelto a su placer la rienda,
mucho más que al caballo,al pensamiento,
y llévame a las veces por camino
tan dulce y agradable que me hace
olvidar el trabajo del pasado.



En media hora, viajando en coche, llegamos a la calle Fernando de Herrera en Dos Hermanas. Este es uno de mis poetas favoritos, de sus obras destaca:
AMOR, QUE ME VIO LIBRE Y NO OFENDIDO
Amor, que me vio libre y no ofendido,
torció, de mil despojos ricos llena,
en lazos de oro y perlas la cadena,
y en nieve escondió y púrpura, atrevido.

Con la flor de las luces yo perdido,
llegué y apresuré mi eterna pena;
tiembla el pecho fiel y me condena;
huyo, doy en la red, caigo rendido.

La culpa de mis daños no merezco,
que fue el nudo hermoso, y de mi grado
no una vez le entregara la victoria.

Cuanto sufro en mis cuitas y padezco
hallo en bien de mis yerros engañado
y del engaño salgo a mayor gloria.

Y con este poema, yo me despido y os animo, a pasear por las calles de Sevilla, para que los poetas nombrados, no caigan en el olvido...


Grupo de Marina, Miriam, Violeta y yo.